Apoyar y fortalecer tu sistema inmune para vivir más y con más salud
Por fortuna, cada uno de nosotros posee un guardián interno que cuida de nuestra salud. Es el sistema inmunológico, que de manera silenciosa, permanentemente está protegiendo nuestras vidas, esencialmente frente a virus, bacterias, parásitos e incluso a tumores.
El buen estado del sistema inmune, es sinónimo de buena salud y es considerado como el ángel de la guarda de nuestro organismo, como el “poli bueno” de la película, que nos protege de enfermedades y de sufrimientos.
De esta manera el sistema inmunológico protege la identidad biológica de cada individuo como persona única e irrepetible, que es precisamente donde precisamente se fundamenta la diversidad de la especie humana. Para ello establece una frontera entre lo propio “el yo biológico” al que respeta y todo lo demás “no propio” o extraño, que es objeto de neutralizarlo o incluso destrucción.
Para todo esto el Sistema inmune, al igual que el cerebro, aprende, innova y es flexible, anulando y destruyendo selectivamente aquello que interpreta que le produce daño, como microbios patógenos y células tumorales. Además el sistema inmune posee memoria, de tal manera que los aciertos y errores de una batalla, los usa al librar la batalla siguiente. De esta manera el enemigo solamente puede tener posibilidades de éxito en un primer intento porque en los siguientes ya hay especialistas esperando, entrenados para neutralizar a ese enemigo en concreto.
Sin embargo, el sistema inmunológico pude tener un comportamiento anormal que es causante de muchas enfermedades. Se convierte así nuestro peor enemigo y es que si es el guardián de neutra salud falla la situación puede ser cuando para la persona. Esto puede ocurrir de tres formas diferentes. 1. Cuando pierde eficacia defensiva, lo que hace que las personas sean especialmente susceptibles a infecciones y tumores. 2. Cuando actúa con dificultad para reconocer lo propio de lo extraño, lo que hace que aumente la susceptibilidad padecer las enfermedades autoinmunes, como son diabetes, artritis reumatoide, etc. y 3. Cuando actúa con excesiva intensidad en cuyo caso desencadena las alérgicas o incluso produce estados de “inflamación crónica” muy común en las personas mayores y que es causa desencadenante de enfermedades cardiovasculares, ictus, o incluso de Alzheimer, etc..
Estos errores o defectos funcionales de nuestras defensas no se pueden evitar porque forman parte de nuestra programación genética como humanos, pero lo que sí se puede es evitar de manera preventiva muchas de las causas desencadenantes o suavizar sus efectos para tratar de vivir más años con la mejor salud posible. El punto fuerte de nuestra actuación está en la prevención, esto es, en lo que hagamos en las primeras etapas. Entonces es trascendental seguir una dieta saludable, como la mediterránea; realizar actividad física para compensar el sedentarismo tan implantado en nuestras sociedad occidental que incluso afecta a niños que ha cambiado su forma de jugar en la plaza o en las calles por “wasapear” en el sofá y sobre todo tener aptitud psicológica positiva que nos aparte del estrés que tanto deprimen nuestra defensas. Pensemos que el estrés crónico dispara la producción de cortisona que inhibe al sistema inmune (algo perecido es lo que se hace cuando administramos Corticoesterona a un paciente para bloquear su sistema inmune y con ello evitar que rechace un trasplante, por ejemplo de riñón, que presenta signos de rechazo).
Tratar de ¿cómo podemos intervenir para fortalecer nuestro sistema inmune (nuestras defensas)? es el objetivo de esta plataforma web que ahora, junto con otros especialistas de Inmunología, de Inmunología ponemos a disposición de todas las personas interesadas en este tema tan interesante. Y es que con muy poco esfuerzo podemos obtener grande beneficios en términos de salud que es lo más preciado que nuestros padres nos dieron y que ahora debemos cuidar.
José Peña-Martínez // Universidad de Córdoba //Spain