Todos sabemos cómo los humanos hemos tenido de sobrevivir y evolucionar en un mundo extremadamente competitivo, cambiante y a veces inhóspito. Cada individuo ha tenido que defenderse y procrear para garantizar su continuidad en el tiempo y, a la vez ha tenido que, alimentarse para mantener su propia vida.
La búsqueda de alimentos ha sido gran importancia en la evolución humana al igual que cualquier otro mamífero. Ello le ha permitido mantener, renovar y reparar los músculos, huesos y otros tejidos y además ha servido como combustible que proporciona la energía y vitalidad necesario para mantener la vida y realizar actividad física y mental.
Pero no todas las formas de alimentarse son aconsejables. En general podemos decir que una buena dieta debe de contener los nutrientes adecuados y en las cantidades correctas para la salud y para el Sistema Inmune. Pero ojo, también puede contribuir la dieta al deterioro de nuestras defensas cuando contiene insuficientes cantidades nutrientes (carbohidratos, lípidos y proteínas) o carece de vitaminas y minerales que el sistema inmune necesita.
En este capítulo estudiaremos ¿Cuándo la dieta es perjudicial para las defensas? Y ¿cuáles son las características que las hacen inadecuada?
Como el sistema inmune necesita una gran cantidad de recursos del propio cuerpo para funcionar, cualquier carencia de nutrientes esenciales en la dieta le afecta. Por el contrario cualquier exceso, sobre todo de grasas, puede también afectar negativamente a las defensas nos.
Con toda la razón Maimónides decía: “todas las enfermedades que sufre el hombre, o al menos la gran mayoría, son consecuencia de una alimentación deficiente o desmesurada”. Ya lo decían también en la Grecia antigua e incluso lo escribieron en el frontispicio de algunos monumentos religiosos “todo con moderación y equilibrio” esto es ni mucho ni poco. ¿Quién no ha oído en alguna ocasión la frase «en la moderación está la virtud».
Lo que comemos puede ser perjudicial para el sistema inmune cuando no se ajusta en cantidad o en las proporciones de sus componentes o incluye sustancia con productos tóxicos. Esto lo amaizaremos en los tres supuestos siguientes cuando la dieta contiene a) Insuficiente cantidad de componentes (dieta del hambre), b) Excesiva cantidad de nutrientes (dieta de la opulencia) o c) Cuando contiene productos insanos o incluso tóxicos.
Dieta insuficiente y sistema inmune
La dieta puede ser insuficiente por muchos motivos. Por escasos nutrientes como grasa, proteínas o carbohidratos, insuficiente aporte de vitaminas y minerales o porque los componentes de la dieta estén en desequilibrio.
Dietas insuficiente en nutrientes
Entendemos por dietas insuficientes aquellas que contienen muy baja cantidad de proteínas y que además poseen un mínimo de componentes energéticos (menos unas 1.500 caloría /día). Este tipo de dieta es muy perjudicial para la salud porque hace que las personas no solo no pueden realizar con normalidad la actividad física y mental de cada día, sino que además está demostrado que se debilita sus defensas inmunológicas..
Hemos de mencionar que la causa más frecuente de inmunodeficiencia en todo el mundo es el bajo consumo de proteínas y aporte de energía que, como decimos, produce un deterioro significativo en la inmunidad. Apoyando estos datos existen múltiples informes del Consejo Europeo Sobre Alimentación (EUFIC) y la OMS.
Esto ocurre porque en estos estados de desnutrición el cuerpo tiende a dar prioridad al consumo energético del cerebro y esto debilita al sistema inmunológico que queda sin nutrientes («gasolina») para su funcionamiento.
Este tipo de dietas afectan fundamentalmente al timo, que al ser la fábrica de linfocitos T, éste produzca cantidades muy bajas, lo que hace que los individuos afectados posean una insuficiente respuesta inmune. Pero también se afecta la función fagocítica, la formación de anticuerpos y la producción de muchos mediadores reguladores de la inmunidad. Esto explica que el individuo insuficientemente alimentado sea propenso a todo tipo de infecciones especialmente de aquellas conocidas como oportunistas por tener predilección de presentarse en individuos inmodeprimidos.
De hecho, se ha propuesto la valoración de la inmunocompetencia (grado de la respuesta inmune) por la Profesora Mónica de la Fuente de la Universidad Complutense de Madrid, como un buen indicador funcional, de gran sensibilidad en la estimación del estado nutricional de las personas.
No hemos de olvidar que una de la mayor causas de muerte ocurre en los pueblos donde existe “ hambre crónica”. En estos momentos, no podemos olvidar que millones de hombres y mujeres, niños y niñas, no comen lo suficiente para disponer de la energía necesaria que les permita desarrollar con normalidad una vida activa. El caso extremo es cuando aparecen episodios de “hambruna” que con cierta frecuencia aparecen en ciertas poblaciones del planeta. Así, hoy sabemos que más de 5 millones de niños mueren en el mundo por infecciones, por carecer de nutrientes básicos adecuados.
Se piensa que la mayoría de las personas que pasan hambre viven en países en desarrollo y que es una situación ajena al mundo más desarrollado, pero esto no es totalmente cierto porque a diario vemos personas mal alimentadas en nuestra sociedad, unas veces por limitaciones presupuestarias y otras por alteraciones psicológicas, como son los estados de anorexia severa, que perjudica gravemente a todo el organismo y especialmente al sistema inmune que pierde la capacidad de generar defensas sobre todo anticuerpos.
Sin embargo hemos de decir que hay que distinguir entre una dieta claramente insuficiente y aquella que representa tan solo un cierto grado de restricción calórica y de alimentos, alarga la vida en contraposición con las dietas hipercalóricas propias de la opulencia de los tiempos modernos, que lo que hacen, es acortarla.
En todo caso es necesario tener cuidado con los regímenes restrictivos y de adelgazamiento extremo de menos de 1.200 kilocalorías al día porque pueden hacer disminuir la función inmunológica. Esto es una de las múltiples razones para evitar las poco saludables «dietas milagrosas».
Dieta desequilibrada en componentes.
La bulimia es el exemo de esto comuenfo de En la bulimia se produce ingestión masiva y descontrolada de alimentos, por lo general dulces, seguida de repetidos vómitos, inicialmente provocados pero que con el tiempo se tornan actos reflejos.
Cuando lo que comemos no contiene una alta variedad de nutrientes puede ser mala para la salud. Precisamente lo más beneficioso de la dieta mediterránea para las defensas, es su pluralidad en nutrientes, vitaminas y minerales. Esto se debe a su abundancia en verduras y frutas sin olvidar las legumbres, el pescado azul y productos lácteos.
Efectivamente, es grave para el sistema inmune, la ausencia en la dieta de ciertas vitaminas y ciertos minerales. Especialmente la carencias de aquellos que contribuyen a la acción antioxidante del organismo, como las vitaminas C, E y A y los minerales zinc, cobre y selenio.
Esto se debe a que el organismo a medida que crecemos está oxidándose contantemente como consecuencia de su actividad metabólica y alto consumo de oxigeno e incluso como consecuencia de la acción defensiva del propio sistema inmune, gran productor de radicales libres precisamente como arma para eliminar bacteria y virus. De ahí que sean importantes los componentes que posean acción antioxidante con lo que se compasearía en parte la acción oxidativa propia del paso del tiempo organismo y de la acción defensiva del sistema inmune.
Es especialmente significativo el perjuicio causado por una dieta inadecuada, en personas mayores, donde ya de por sí su sistema inmune se encuentra deteriorado y los sitema antioxidantes se encuentran muy deteriorados.
Falta de vitaminas y sistema inmune
La falta de vitamina C debilita la formación de interferón y en consecuencia facilita las infecciones. Sobre todo la carencia de esta vitamina está asociada con el padecimiento de resfriados y gripe con características más virulentas que cuando los niveles de esta vitamina son normales. Esta vitamina se encuentra sobre todo en cítricos como la naranja, el pomelo, el limón o el kiwi.
La falta de vitamina A debilita las mucosas que sabemos actúan como barrera natural frente a las infecciones. De ahí cuando falta esta vitamina aumente la susceptibilidad a infecciones, sobre todo de tipo respiratorio, al abrirse la puerta que facilita la entrada de gérmenes. Esta vitamina se encuentra sobre todo en pimientos, zanahorias, tomates, espinacas y lechuga, etc.
La falta de vitamina D debilita el sistema inmune de forma grave. Aunque esta vitamina se asociaba exclusivamente con el desarrollo de huesos fuertes, hoy sabemos que juega un papel en la prevención de enfermedades infecciosas a través de su efecto sobre el sistema inmune. Esta vitamina se forma de manera natural en la piel por la acción de la luz ultravioleta del sol y también algunos elementos como el atún, sardinas y Salmon, poseen esta vitaminas independientemente de que se suele añadirá la leche en algunos países.
Falta de minerales y sistema inmune
Los minerales como el zinc, selenio y cobre son especialmente importantes para fortalecer el sistema inmune de tal manera que su carencia produce importantes defectos en las defensas. Esto es especialmente notorio en recién nacidos y en personas mayores.
En concreto:
El déficit de zinc daña es importante porque es imprescindible para la división y crecimiento de las células. De ahí que se esencial para el sistema inmune que cuando es estimulado responde precisamente con la formación de verdaderas oleadas de nuevas células blancas. Debido a ello su déficit disminuye la respuesta inmune con menor producción de anticuerpos. El zinc, se encuentra en los huevos, productos secos, leche, pan, etc.
El déficit de selenio hace descender la movilidad de los neutrófilos y de su capacidad bactericida. Ello se debe a que el selenio actúa facilitando la acción de los enzimas antioxidantes que son especialmente importantes en las células del sistema inmune. El selenio se encuentra en la leche, huevos, pescado, etc
El déficit de cobre produce disminución del peso del timo y una menor producción de anticuerpos. El cobre se encuentra en Legumbres (lentejas, garbanzos, judías) cereales y frutos frescos.
Dieta en exceso y sistema inmune
Es generalmente aceptado por nutricionistas e inmunólogos que no es bueno excederse en la cantidad de ingesta diaria, por ser perjudicial para el organismo y especialmente para el sistema inmune.
En concreto, la dieta con alto contenido en grasas, es muy perjudicial para el sistema inmune, sobre todo si va acompañada de falta de actividad física. Aunque la grasa en la dieta es importante por su alta capacidad productora de calorías, su exceso puede ser muy perjudicial para el sistema inmune por un efecto directo sobre el mismo o bien debido a la obesidad a la que da lugar. Además se sabe que la ingesta elevada facilita la producción de radicales libre que acelera la oxidación del organismo y facilita los fenómenos de inflamación crónica que es la “madre” de muchas de las enfermedades degenerativas que sufren las personas mayores.
Se dice que la grasa peor es la de la que se acumula en la barriga “grasa blanca” que actúa como una glándula endocrina produciendo sustancias con pro-inflamatorias. Esto puede explicar que las personas mayores obesas posean unas defensas debilitadas y consecuentemente sean más propensas a contraer infecciones, desarrollar ciertos cánceres, enfermedades autoinmunes, como artritis y diabetes e incluso enfermedades degenerativas como diabetes y Alzheimer, entre otros. Esto hace que en las personas obesas tengan una esperanza de vida de unos diez años menos que las personas no obesas.
Es verdaderamente curioso y a la vez preocupante que en los países donde durante largo tiempo ha predominado la dieta mediterránea, conocida por su valor protector de la salud, se esté deteriorando tanto en los últimos años. Así a pesar de que España es uno de los países donde este tipo de dieta ha sido habitual, en los últimos años este patron de ingesta de nutrientes han cambiado notablemente dejando de ser saludable. Este fenómeno no es único en España, otros países tradicionalmente asociada a la dieta mediterránea también están experimentando la tendencia de adoptar un estilo de vida más «occidentalizada» y menos saldable. Prueba de ello es que Los países donde la dieta mediterránea era antes más habitual, como Italia o Grecia, presentan ahora una alta tasa de personas obesas, muy preocupante, sobre todo cuando se observa un extraordinario aumento en niños. Todo esto viene agravado por el hecho de que la alta ingesta de calorías no viene acompañada por el consumo de las mismas, debido a la falta de actividad física en un mundo con comportadito cada vez más sedentarios». Así en la actualidad un 25% de los niños españoles padece obesidad o sobrepeso, según se ha explicado en el Workshop Internacional Obesidad infantil por la Finut. Todo lo cual conllevará finalmente a un problema de incapacidad de mantener la inmunidad en niveles aceptables para nuestra defensas a lo que se añade la dificultad de vivir en un mundo cada vez más complejo por la globalización y el calentamiento del globo.
Dieta con productos insanos y sistema inmune
Tomar chucherías, bollería industrial, alimentos con alto contenido en ácidos grasos trans, ácidos grasos saturados y bebidas azucares son perjudiciales para la salud. Sobre todo por aumentar el riesgo de obesidad y consecuentemente de enferemdades cardíacas coronarias y un debilitamiento de las defensas.
Además el alcohol en cantidades altas empeora la salud y el sistema inmune, al igual que ocurre con la sal que cuando la consumimos en exceso. Se debe a que induce enfermedades cardiovasculares, insuficiencia renal, osteoporosis y deterioro del sistema inmune lo que abre las puertas del organismo a infecciones y enfermedades autoinmunes.
Según se ha publicado en la prestigiosa revista Nature, el aumento de la ingesta de sal en la dieta puede activar la aparición de enfermedades autoinmunes. Esto se puede explicar porque la selección genética de los seres humanos fue originalmente hecha para vivir en África subsahariana, donde originalmente surge el “homo sapien” y en donde apenas había sal. De ahí que el organismo humano ha evolucionado consumiendo muy escasas cantidades de sal y a ello ha adaptado su modo de vida. De hecho el uso de la sal antiguamente se centraba en la preparación de conservas de alimentos pero se ha ido extendiendo hasta el uso mayoritario actual en la condimentación de lo que comemos.
En cuanto al café, está muy extendido que no es bueno para la salud ni el sistema inmune pero esto debemos de no considerarlo en términos absolutos. Esto se ha atribuido a la cafeína que tiene una fuerte acción pro oxidante y por tanto mala para la salud. Sin embargo por otra parte muchos investigadores entre Luis Ulloa de la Universidad de New Yersy están viendo que posee también una acción antiinflamatoria que puede ser beneficiosa. En todo caso, al igual que ocurre con el vino, probablemente el hábito de tomar varias tazas de café, esto es con moderación, al igual que el beber vino en las comidas, no sea perjudicial, sino más bien beneficioso. Consideremos que muchos de los pobladores de las Zonas Azules consumían y siguen consumiendo vino cuando comen, al igual que lo hizo Jeanne Calment, la persona más longeva documentada científicamente que vivió 122, por lo que fue incorporada al Libro Guinness de los récords, fumó la mayor parte de su vida y tomaba vino en las comidas.
Se comenta el tema tabaco porque aunque no es una parte de dieta sí tiene gran interés, debido a que es el factor que más daño está haciendo por su efecto insaluble. El humo del tabaco posee múltiples sustancias tóxicas como monóxido de carbono, amoniaco y además múltiples sustancias proinflamatorias y antioxidantes que liberadas en los pulmones son casusa de la formación de tumores sobre todo en el aparato respiratorio.
Conclusión final
Podemos decir que para las defensas inmunitarias, tan malo es una dieta en exceso como insuficiente, y que además las peores son aquellas que poseen muy poca variabilidad en su componentes. Así pues, las dietas más perjudiciales son aquellas que contienen:
· Poca verduras, hortalizas, frutas y cereales
· Poca cantidad de agua diaria
· Escasas cantidades de pescado blanco y azul
· No incluye aceite de oliva
· Contiene abundante carne magra, azúcares y sal.